jueves, 21 de diciembre de 2017

Poeta Enrique Bossero y "un tobogán infinito con niños envejecidos"- Cristina Castello

«Yo no sé qué es la tristeza
Pero podría definirla así:
Un tobogán sin niños en una plaza cercada por el viento.
Yo no sé qué es la tristeza
Pero sé qué es la angustia:
Un tobogán infinito con niños envejecidos
Que resbalan hasta la arena sin haber pisado la cumbre.
Porque para llegar a la cumbre hay que tener alas
Y yo sólo tuve ansias,
Ansias de vuelo y de eternidades.
Hoy comprendo que tan poca cosa no alcanza
Que cada día se necesitan alas más rudas y agitadas
¿Pero qué cuesta soñar con el milagro imposible?

Yo no sé qué es la tristeza
Pero mala no ha de ser
Porque viaja conmigo desde niño
Y ya ves...
Le escribo versos»

(En «22 poemas casi tristes»)
Uno de los libros que me dedicó


Enrique Bossero vivió en mí desde 1977, cuando encontré en una librería su ser escrito en versos, en sus "Veintidós poemas casi tristes"; y busqué otros libros, y dije sus estrofas en radio, en tevé, y las escribí en los medios gráficos donde trabajé.
Y caminé con su poesía por sus «calles con nombres de poetas»
25 años después, ya dos mil dos, un regocijo que me fue música: Enrique Roberto Bossero llegó a mí a través de un mail; y sabía de mi manera de bucear en su palabra escrita, para encontrarme a mí misma; sabía de mi nombrarlo en los medios.
Sabía, y también me había buscado, mucho.
En 2002 nos vimos por primera vez, pero nos sabíamos desde 1977; y cuando nos encontramos, fue el día siguiente de un día anterior que no había ocurrido nunca en el tiempo de los relojes, y que había ocurrido siempre en su luna que era mi luna, en su poesía y en la mía. Vernos fue, como su poesía, un «encuentro de inocencias».

Enrique partió el 31/12/2014. Tenía 84 años

Cristina Castello, palabras al pasar, escritas en mi Facebook

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