martes, 1 de noviembre de 2016

René Favaloro: «Me iré de esta vida con mis silencios», por Cristina Castello



           Aparece  primero en la presencia de sus zapatos de cirugía. Blancos y número especial; tan grandes son, que entran en el despacho antes que él.
            De pie sobre sus setenta años, el doctor René Favaloro, inteligente, polémico, estudioso, testarudo, gentil, perfeccionista nato, llega con disculpas porque se retrasó algunos segundos. Se detiene ante mí, y en su palabra —dicha a borbotones— estalla su obsesión por la educación como herramienta. Y al final de nuestro encuentro, desgrana una frase inquietante.
             Hiperactivo,  con una pasión tan extensa como su estatura y a la vez moderado. Mucho. Opina y con sus decires quiere contribuir a un país mejor pero guarda aquello que puede irritar al Poder. Después me lo cuenta, pródigo: cuando el grabador está apagado. ¿Alguna vez lo dirá?
 —¿Qué haría San Martín hoy con nuestros gobernantes?
—Creo que pocos se salvarían de ser capados. San Martín caparía, a lo paisano, a varias generaciones de mandantes. Pero... le dije antes de comenzar que no quiero hablar de política, de manera que cortemos aquí, por favor.
—Lo había escrito aquello en “Recuerdos de un médico rural” (1980), sí. ¿Y hoy sería peor?
—Mucho peor, pero por favor, vamos a otros temas
—Está bien, ¿Qué es un corazón?
—Es un órgano que  hace bum...bum  y bombea la sangre, para que circule; es sólo un pedazo de carne y hasta puede ser un alimento. En Aráoz (La Pampa), lo comíamos:corazón de animal nuevo, decía el paisano; y en Sudáfrica lo probé relleno, como fiambre.
—-¿Es todo?
—-(Se sorprende) Es todo, ¿a usted le parece otra cosa?
—¿Tan poco es ese lugar que atribuimos al amor y la pasión?
—Esa es  la fase poética, igual que su pregunta. En el corazón se fijaron al  alma y al amor pero  si late rápido o lento no es por el vuelo amoroso, sino por mandato del cerebro; es el cerebro quien gobierna y en él deberíamos ubicar los sentimientos.
—¿Qué sentimientos?
—-Las emociones, el  amor y la pasión.
—Parecen antiguos, pero en este momento soft  son revolucionarios
—Sí, soft...light...esos conceptos son bien americanos y acá los jóvenes viven así: me desilusiona. Van a lo superficial y viven al día porque perdieron las ilusiones.
—¿Vio  algún recital de Fito Páez, por ejemplo?
—Sí y los temas de Fito Páez o de León Gieco me gustan porque el mensaje es bueno, pero no inventaron nada: son canciones de protesta y vienen del Martín Fierro. Quiero decir: los jóvenes en general, no se comprometen.
— El modelo que impone el Presidente Menem es la ausencia de valores: del compromiso entre ellos, la ética, la justicia, la...
(No quiere escuchar)  No, no, yo no hablo del señor Presidente.
—¿Para no hablar mal?
—No… yo hablo mal de los jóvenes que no se comprometen: ni individual, ni familiar, ni socialmente. De los que hablan de libertad y de justicia, pero sólo dicen palabras y no hacen. De los que cantan solidaridad en los recitales y al día siguiente no van a una villa miseria a ayudar o a enseñar.
—Bueno, el mensaje gubernamental que reciben, no es el de la fraternidad...
—Es cierto: reina el individualismo y ellos reciben el mensaje del tener y del poder, como valores supremos. Sólo importa el consumo. 

Tarjetice (valga el verbo) su vida, invita una publicidad. ¿Una metáfora del consumismo y de la mercantilización de la vida?
—Sí...Horrible, horrible; es una exaltación de lo material y de lo fácil, y así pasa con Maradona, con Gabriela Sabattini o con algunos artistas: se habla de cuántos millones de dólares ganan por año. Es el exitismo del dinero.
—¿Qué me dice de los yuppies?
—No son la sociedad del futuro.
—¿Apuesta a que un día la vida importe más que el valor de la Bolsa?
—Sí: avanzamos hacia un mundo social y participativo; con justicia social, sin tanta indiferencia ni tanta agresividad.
—¿Desde dónde viene usted a su trabajo?
—Desde Palermo, (parece intrigado)... ¿Por qué?
—¿Desde qué parte?
—De Barrio Parque, pero mire….vivo en pleno barrio bacán pero compré esa casa a 55.000 dólares hace años. Ni conozco a mis vecinos, y cuando vuelvo a mi casa (se apasiona), yo mismo preparo la mesa y lavo los platos; y si hay que pasar el lampazo, lo hago... pero... ¡basta con esto!... No me gusta hablar de mí mismo.
— ¿No?
—No: vivo pensando en dejar alguna semillita por ahí para que sirva a la gente. Pero… ¡qué agresiva está mucha gente! Los otros días en Aeroparque un taxista paró al lado mío, me arrancó la valija y casi me corta la mano; y fue nada más que para ganar un segundo.
—Una sociedad enajenada…
—Enajenada, decadente y llena de contrasentidos. Por un lado, está el avance tecnológico que —bien usado— permite una mejor calidad de vida y de salud; y por otro, la pérdida de los valores esenciales.
—Locos pero psicoanalizados. Buenos Aires es la capital del psicoanálisis.
—-Ah, sí...psicoanálisis por cualquier cosa: llevan a los chicos desde los tres años.
—Y hay analistas también para los perritos…
—Bueno, paremos aquí: eso es una enfermedad. Yo jamás me psicoanalicé, entiendo que hay situaciones para las cuales es bueno, pero acá se exagera todo.
—La ciudad y el hombre. Y el salvajismo para con los otros seres humanos.
—Es verdad, pero por suerte hay  una tendencia a que la gente vuelva al pago. En Italia el año pasado volvieron un millón y medio de personas a sus pueblitos y entonces yo le pregunto: ¿quién vive mejor, este porteño que va al cine, al teatro, a comer y tiene todas las ventajas o...?
—¿El que tiene dinero para esas cosas, dice usted? Porque no cualquiera…
—Digamos que el de clase media alta. ¿Quién vive mejor, ese porteño o el del Interior?
—Define usted una situación grave, pues comer, tener placeres y nutrirse con cine o teatro y todas las expresiones de la cultura debería ser para todos...
—Es cierto, pero yo me refiero a otra cosa: es mucho más feliz quien vive con sus gallinas y su huerta que usted o yo. Además, cuando estemos al filo de la muerte no recordaremos nada material; pensaremos en la mujer amada, en el amigo, en los pájaros, en la naturaleza: eso es lo único que cuenta.
—Hacen falta ejemplos, creo. Dígame, ¿usted es amigo de Carlos Menem?
—Sí, lo conozco desde hace veinte años y somos amigos. 

«La pobreza es aquel olor a rancho,
aquella mezcla de mugre y humo…»

— ¿Y qué hace usted con los cada vez más niños pordioseros, gracias este modelo?
—Yo les doy alguna cosa, porque comprendo y quizás es así porque vengo de un barrio muy pobre y fui médico rural durante doce años. La pobreza es aquel olor a rancho que llevo conmigo para siempre: aquella mezcla de mugre y humo…
—¿Está conforme con este hoy y aquí en nuestro país?
—Mire,  esta democracia y esta estabilidad costaron mucho y  ni el más croto puede estar en contra (no da lugar a observación alguna, no me deja hablar); pero si a esto no se le agrega un plan profundo de reactivación con justicia social, el futuro es un gran interrogante. Digo entonces saquemos un decreto que...
—Mejor saquemos una ley, basta de decretos…
—Es cierto (sonríe, por primera y única vez), saquemos una ley para que se termine con esto de que pasamos de 90.000 autos a 380.000...y todos importados. Se habla de libre cambio y de libertad para importar todo como si eso fuera la gloria, ¿y la industria nacional?
—Y en los medios de difusión se insiste con el temor del retorno al proteccionismo, sin que se explique qué es y sin que se debata el rol del Estado…
—Es verdad, pero los medios deberían informarse. Hay que decir que Inglaterra y Estados Unidos se hicieron grandes precisamente con  el proteccionismo.
——Ni Tatcher se atrevió a tanto, para mal, como acá... ¿Por qué llaman liberalismo a enajenar las empresas del Estado, las comunicaciones, la energía, el espacio aéreo y… hasta la ruta transpolar?
—Porque los liberales argentinos deberían leer a Adam Smith.
—En 1988 el doctor Raúl Alfonsín le ofreció el Ministerio de Salud, ¿por qué no aceptó, a pesar de haberlo apoyado en el ’83 y en el ‘87?  
—Porque mi vida es esto. la medicina, la Fundación… Por favor, no me haga hablar de política… 
Con el entonces presidente, Dr. Raúl Alfonsín

— Está bien,¿Tiene usted respeto intelectual por Bernardo Neustadt?
—No entro en lo personal pero puedo  decirle que el periodista Daniel Muchnick es un intelectual y me merece respeto. Además, tanto Neustadt, Neustadt… ¡Bueno! Habría que terminar con la gran mentira del rating... ¿por qué no cuentan los televisores apagados? Ese es el verdadero rating.
—La televisión —en general— es hoy vacuidad, obviedades y degradación de la vida....
—Y no educa y no enseña valores. Ni honestidad, ni participación, ni amistad, ni trabajo. Y nos venden que hay que comer todo lo que trae la furia de la importación. Yo me niego y entonces para conseguir un queso gruyere argentino -mi debilidad- tengo que recorrer todas las góndolas del supermercado. Bien,  las recorro y mientras tanto —con los que me encuentro- trato de enseñar, también a que se lea de nuevo.
—Por favor, tres libros indispensables para la escuela primaria.
(No duda) Platero y yo, Juvenilla y Recuerdos de Provincia.
—¿Y para el secundario?
—Los jóvenes tendrían que leer algunos pasajes de la Biblia, de La Ilíada, de La Odisea, Sófocles, Eurípides, Shakespeare, Unamuno. Y de los nuestros, a Horacio Quiroga, Guillermo Hudson, Mallea y Martínez Estrada. Ah...y me olvidaba de Prometeo: es fun-da-men-tal.
—¿El fuego, la libertad y la rebeldía de Prometeo para tratar de cambiar esta cultura de la aceptación?
—Precisamente, Prometeo es el canto más grande a la libertad del hombre.
—Su primera reflexión que no alude exclusivamente a neuronas, ¿hace una suerte de elitismo de la inteligencia?
—¡Eso es! Para mí el único elitismo es el de las neuronas. Y por eso creo que a la universidad tienen que entrar todos y sin distinción de pobres o ricos, pero... ¡eso sí! con comprobada capacidad neuronal y con pasión.
—La pasión mayor parece ser el fútbol...no vamos bien así, ¿verdad?
—Y....es una pasión pero también una representación de esta sociedad. Las barras bravas, los dirigentes, esto de nombrar excepcionalmente a un jugador de un cuadro chico. El cuadro de Bilardo, el cuadro de Menotti, el cuadro de...qué sé yo quién. Mire...acá nadie inventó nada desde que llegó el Húngaro Hirsch, en la década del 30. Además, por ahí le dan demasiado puntaje a algún jugador sólo porque es conocido...

Con María Antonia Delgado: fue su esposa desde 1951, hasta su muerte en 1998 


—A ver....su perfil de los porteños, por favor.
—Salvo excepciones son individualistas, egoístas y envidiosos. Y si son maleducados son también gritones. Pero la Argentina sigue siendo feudal y los signos abundan.
—Causa y consecuencia de esta crisis de representatividad, por cierto…
—Sí...y por eso ahora son políticos son quienes tienen buena pinta, gesticulan bien y manejan gente. Pero... ¿qué hacen para reemplazar el yo por el nosotros? ¿Y los estudiosos, dónde están? 
—Casi nunca, usted, cerca de las cámaras de televisión.
—Eso es cierto, no hay que mostrarse tanto. Mire...para mí políticos, fueron Juan B. Justo, Lisandro De La Torre o Moisés Lebenshon. Y, para no embanderarme en ningún lado, de los peronistas tengo un gran respeto por (Ángel Federico) Robledo y por (Jorge) Taiana.
—Ahora roban para la Corona como dijo José Luis Manzano o dejan de robar por un tiempo, según el gremialista Luis Barrionuevo...Conductas como las de  Lebenshon o De La Torre parecen una utopía....
—No deberían ser sólo una utopía y creo que no lo serán (habla en voz muy alta). ¡No, no serán una utopía!...  Y lo grito, porque me jugué acá adentro, en nuestro país, en Argentina, y entonces tengo el derecho de gritarlo, ¡todo el derecho!
—Ni radical, ni peronista. ¿Es usted favalorista?
—No, como  decía Martínez Estrada soy un nacionalista sin trampas. O, mejor, un enloquecido nacionalista sin trampas y seré así hasta mi muerte.
—¿Por qué habla tanto de la muerte?
—Pero cuando muera, se  enterarán  de muchas cosas.
—¿Qué se llevará de esta vida?
—-(No duda) Me iré de esta vida con mis silencios.

*Esta frase enigmática del final de nuestro: «Me iré de esta vida con mis silencios», fue tomada por los medios, como un anticipo de su suicidio, el 29/07/2000*
Sus padres, Juan Bautista Favaloro e Ida Rafaelli


René Favaloro en Wikipedia
©Cristina Castello
Publicado en «Clarín Revista»", entonces la revista dominical del Diario «Clarín», donde yo trabajaba, mientras hacíamos los números cero de lo que sería «Viva». Publicado en Buenos Aires (Argentina), el 6 de Febrero de 1994

«Yo, Picasso»: genio y chamán, por Cristina Castello


El «Guernica»— ese extracto de universo sin palomas
El «Guernica»— ese extracto de sangre, rebeldía y llanto

«Yo, Picasso» era su frase favorita. Fue un desesperado por la vida y la arrasó. No tuvo límites. Ni para crear, ni para doblegar. Ni para beberse el arte, el alcohol y los burdeles; ni para encerrarse en silencio, para crear. El 8 de este abril se cumplen los treinta y seis años de su adiós (¿A Dios?). Hoy  grita, gime, increpa y resiste desde el «Guernica», su obra maestra. Desde ese cuadro que es historia, que escribió la Historia, y que es emblema de libertad, «Yo, Picasso» sigue alertando a los inocentes de la Tierra. En el corazón de este mundo trémulo, su clamor pictórico y vital tiene hoy, aún más entidad.
           Niño prodigio y superdotado; comunista y pacifista, o burgués. Tierno y cruel; amigo y traidor... aquella vez. Aunque ardió en su fuego, salió siempre ileso, él. Calcinaba a los otros. A las otras. Las mujeres eran sus diosas,  pero también, «frazadas para limpiar pisos» y «máquinas para sufrir». Sus ojos desorbitaban destinos. Lo rodeó la muerte y lo abrazó la vida, hasta los 91, cuando nos dejó. ¿Quién fue: Eros o Tánatos?
            Fue un chamán, un genio; el mayor artista del siglo XX y hasta ahora sin parangón. Pintor, escultor, grabador, dibujante, su obra fue decisiva para el desarrollo del arte, incluso para el diseño gráfico, la ilustración y el cómic. Ganó un dinero incalculable; mientras otros artistas morían de hambre, él vivía en castillos y, cuando sus obras los desbordaban, no las vendía: compraba otros.
           Se declaraba pacifista y fue miembro del Partido Comunista Francés, hasta su adiós. Pero si bien la obra del Picasso de los 20 años, refleja el desconsuelo de los excomulgados de la humanidad, el de  los cuerpos abismados, y el de los ciegos, después nunca mostró explícitamente un compromiso con el dolor universal. Hasta que  el demonio nazi aliado a ese otro amo de los infiernos —el Generalísimo español Francisco Franco— se encaramó en pájaros asesinos. Pájaros-aviones que bombardearon la ciudad vasca de Guernica el 26 de abril de 1937, y la muerte puso huevos en la herida. ¡Oh ruiseñor de sus venas! (García Lorca).
 El chamán Picasso reaccionó de inmediato en favor de los republicanos.  Henchido de ira y pletórico de arte, pintó el célebre «Guernica».  
  El «Guernica»— ese extracto de universo sin palomas. El «Guernica»— ese extracto de sangre, rebeldía y llanto, a partir del cual hay un antes y un después. Un antes y un después para la pintura; un antes y un después —o debería haberlos— en las conciencias de quienes miran esos tres metros de alto y ocho de largo, de arte, furia y piedad.
           Con esta pintura, nada más —y nada menos—, que está en el Museo «Reina Sofía» de Madrid, hubiera sido suficiente para la gloria del genio.
           El «Guernica» es un alegato contra la guerra, contra el terrorismo franquista y contra todo fascismo. La violencia, las madres, las mujeres, la maternidad, la sexualidad, laten en esa obra, como un retrato del espanto. Fragmentos de vidas y muertes, son pequeñas imágenes de la gran imagen de un caos organizado, en la obra suprema que exige Libertad. 
           De un lenguaje pictórico sorprendente, es el trabajo de un maestro de la composición que revela, a la vez, la mirada inocente de un niño.
           Así fue Pablo Picasso. De pequeño pintó como un adulto, y recién en su madurez, recuperó su mirada de infante: «Desde niño pintaba como Rafael, y me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño». Cierto, no es fácil recuperar la inocencia.
           Pero nunca estuvo solo para buscar su mirada virgen; un año antes de morir, cuando tenía ya 90, dijo que la muerte fue la única mujer que lo acompañó siempre. Y entonces, las trece diosas «oficiales» que fueron sus frazadas para limpiar pisos y que, sin embargo, lo amaron incluso hasta el suicidio... ¿Qué hicieron?     
  Dora Maar:"Después de Picasso, Dios"

 Animal en celo

                       Quiso ser libre como el mar, y resultó esclavo de su sed hacia todo y hacia todas. Como un animal en celo,  necesitaba de las mujeres,  con la misma potencia con que las mimaba primero, y maltrataba después. Se desesperaba por las adolescentes, quería probar toda forma de sexo, ahogarse de pasión para mejor emerger. Si hasta fue sospechado de homosexual por el novelista Norman Mailer. ¡Vaya «delito»!
           Después  de haber pintado «El picador»,  en La Coruña a los  cuatro años, se enamoró de Carmiña.  Él tenía diez octubres; ella es «La niña de los pies descalzos», cuadro que el Maestro conservó hasta su adiós.
           Jadeante de deseo y tórrido para sus delectaciones, de allí en más todos sus amores —¿sabía amar?— se convirtieron en pinturas. Por sus etapas: azul,  rosa, cubista, la de cercanía al surrealismo, la expresionista, las de las máscaras africanas —por todas, después de Carmiña— desfilaron muchas de sus mujeres. La cupletista célebre Josefa Sebastiá— «La Chelito»; las que surgieron de aventuras, producto de la frecuentación de cabarés de París, Barcelona y Madrid y más.
           Hasta que llegó —le llegó—  Fernande Olivier. Con ella convivió en el barrio de  Montmartre, en París, pero se escapó del hogar para crear otro con Eva Gouel, a quien llamaba «Ma Jolie» («Mi Linda»).
Geneviève 

1917 le regaló a Olga Koklova, bailarina del ballet ruso, al que abandonó por Don Pablo Ruiz Picasso, llamado así hasta que —por rechazo hacia su padre— comenzó a firmar sólo son el apellido de su mamá. Al año siguiente se casaron: la princesa fue la única esposa de Picasso ante la ley; a partir de entonces, se integró la «alta sociedad» y vivió como un burgués. La rusa aristocrática, se había presentado ante él, altiva:

           —«Soy Olga Koklova, la sobrina del Zar», tronó como si susurrara, al tiempo que descubría su escote de aguas sediciosas frente al sediento de toda sed.
           Bellísima sobre su metro 55 de estatura, en las obras de su esposo apareció como una tonta, empecinada, e insatisfecha. ¿Existe la realidad o existen los ojos que la miran?
            El primer hijo de ambos, Paulo, nació tres años más tarde, y ayudó a  disimular el fin del amor, que se anunciaba. Con sus monerías infantiles, regocijaba a las arenas de la Costa Azul, al tiempo que la decadencia de la pareja encontraba su apogeo. 
           Como si su vida hubiera sido un best-seller, la historia del Genio estuvo signada también por la tragedia.         Paulo, con quien siempre había sido indiferente, murió de cirrosis y alcohólico; y —por una perversión del destino— su nieto Pablito se suicidó el día de la muerte del artista, pues Jacqueline Roque, su última y dictadora compañera, no lo dejó entrar al funeral. El pequeño bebió cantidades de lavandina, y se fue de la Tierra... ¿Con su abuelo, a Dios?
           Picasso había fumado opio en París con Apollinaire, Mirbeau, Lautrec y Modigliani. Buscaban semillas de sueños para sembrar la aurora. Fumaban para soñar. Y como un sueño llegó a su vida Marie-Thérèse Walter, cuando ella tenía 17 años y él 46. Era 1927.
           El deseo erótico se sumaba al placer de la aventura; el secreto de los encuentros era absoluto, para evitar problemas con la ley, por la edad de la adolescente. Cuando nació María concepción, Maia, la hija de los dos, Olga fue abandonada. Y también, a su turno, Marie-Thérèse, quien, sin embargo, siguió asistiéndole con devoción: le cortaba las uñas y el pelo y las guardaba, en un orden cronológico estricto, pues él temía que le hicieran brujerías. Escribió a su amado durante treinta años; y finalmente, cuando él murió, se suicidó  en la casa de Picasso en la Costa Azul.
  Françoise Gilot
Los ojos verdes de la fotógrafa yugoslava Dora Maar, le llegaron de la mano de Paul Éluard y su dulce esposa Nush, quienes los presentaron en un café de París. Corría 1936 y el chamán cayó rendido ante su belleza e inteligencia. Pero... ¿Es que él se rendía ante algo o alguien?
           No, también desertó de aquella mirada esmeralda, para tomar de la mano a Françoise Gilot, la Femme-Fleur en 1943, con quien tuvo otros dos hijos: Claude y Paloma.
           Dora, brillante y talentosa,  había fotografiado toda la etapa del Guernica, mientras sufría escenas de celos, que continuaron después de  la separación. Cada vez que él la encontraba con alguna posible pareja, hacía escándalos mayúsculos; para su delirio, cada mujer llevaba la «marca Picasso» y a ella se debía. Dora terminó en un manicomio, y finalmente se hizo profundamente religiosa.
             Con Françoise Guilot vivió en Antibes, en la Costa Azul de Francia (Alpes-Provence-Côte Azur); pero ella -40 años menor que el Chamán, lo dejó, para casarse primero con el 
artista Luc Simon en 1955; y más tarde con Jonas Salk, el pionero de la vacuna de la polio; con quien vivió hasta la muerte de científico, en 1995.
           Pero fue Jacqueline Roque, su última mujer, la única que pudo dominarlo, bueno... apenas un poquito; trató de aislarlo de sus amistades, hijos y nietos, lo acompañó hasta el final. Después de la muerte de Picasso en 1973 en Mougins, Francia, se pegó un tiro, pues no encontraba un sentido a la vida, sin él. Están enterrados juntos, en los jardines del Palacio de Vauvenargues, que Picasso había comprado, pero donde nunca había vivido, en la Riviera Francesa. Mientras se comía la vida, sin saberlo, había preparado su propio sepulcro, suntuoso.

El arte a quemarropa

           Casi todas sus mujeres escribieron libros sobre él. Pero cuando Françoise Gilot, publicó «Mi Vida Con Picasso»,  él no quiso ver nunca más a los hijos de ambos, Claude y Paloma. Con la única que se frecuentaba a veces, era con Maia, hija de Marie-Thérèse, se recordará. Ya grande, ella reconoció que su padre hubiera deseado guardar consigo a todas las mujeres; como un coleccionista, las clasificaba por color, forma y espíritu. Como a las mariposas.
           ¿Cuál de sus mujeres fue la más amada, si es que amó a alguna, más allá del ansia de poseerlas todas? Quizás lo fue la más oculta, la poeta Geneviève Laporte, más de 40 años más joven que él, bella, refinada, sutil. Aparentemente la relación duró un lustro, pero jamás la olvidó. «Nunca podré ser más que tus pinceles /Ser obra de tus manos /Estar dentro de ti», reza un fragmento de alguno de sus poemas para él.

           Pero todas le escribieron versos. Y también él escribió, entre cuyos libros, el más conocido es la obra de teatro «El deseo agarrado por la cola». Él lo podía todo. ¿Todo?
Picasso y Braque

 El poeta Guillaume Apollinaire lo escuchaba y acompañaba, con el afecto de los amigos verdaderos. Curiosa vida: en 1911 un empleado suyo robó algunas estatuillas del Museo del Louvre y las vendió a Picasso. Apollinaire fue detenido por la policía francesa y el genio fue llamado a declarar. Dijo no conocer en absoluto al poeta. Fue una traición.

           ¿Y cómo llamar a las expresiones de Joan Miró, cuando, con su esposa Pilar, se enteró de la muerte del gran Maestro? «Pilareta —se alegró — desde ahora el número uno soy yo».
Cada palabra es un autorretrato: aquí, el de Monsieur Miró.
           Pablo Picasso dejó un imperio y sus herederos viven en torno de su fortuna; salvo Paloma Ruiz Picasso, hija del pintor y de Françoise, que tiene su propio imperio de fragancias, joyas y bolsos. A ella le correspondieron 30.000 millones de la herencia, es dueña... hasta de rascacielos y, con su hermano Claude, compraron la isla Petalious en Grecia, a la cual casi no van.
Françoise Gilot con Claude y Paloma

Amaba a su papá: le importaba su inteligencia y su bohemia; ríe cuando cuenta que —ante ciertos gastos— le escuchaba siempre la misma  respuesta: «¿Crees que eres la hija de Rockefeller?».
           Picasso, ¿Eros, Tánatos, o ambos? Quizá ninguno. Picasso era un genio, y a los genios no se los suele medir con la misma vara que a todos. Tienen la «pasión del Absoluto», de la que escribió Louis Aragon, aunque no se refería a ellos. Son seres para quienes nada es suficientemente «algo».
            Aunque tengan una vida social activa, están aislados. Necesitan encontrar-se en la soledad, su único lugar posible. ¿Saben amar? El arte es un amante tan exigente que quiere al hombre todo entero, según Miguel Ángel Buonarroti. «Nunca podré ser más que tus pinceles», había comprendido sabiamente Geneviève. 
           ¿Hay un lugar cierto para alguien más, en la vida de un genio o de un artista? No, salvo si ese alguien sólo acompaña como una   «frazada para limpiar pisos»; o si es capaz de no perder su propia libertad interior y de conservar su propio mundo, en lugar de subordinarse al genio y dedicarse a la ceremonia de su adoración. Una de las pocas excepciones fue la conducta de Johann Sebastian Bach, quien tuvo una cotidianidad aparentemente normal. No hay muchas más.
           Aunque transiten las sombras, ellos tienen gula de luz. Tienen furia de hurgar en sus propias ventanas, hacia adentro, para encontrar ese nido celeste. Esa parte de Infinito que justifica y explica el arte, para de vivir entre el cielo y la tierra con aspiración de eternidad.
           El mundo es hoy una boa devoradora de vidas. Pueda Picasso, pueda el «Guernica» estremecer otra vez  el corazón del hombre. Y que la Justicia  «rompa sus andrajos grotescos de farándula, se escape de la pista, se meta por la puerta falsa, donde los mercaderes del mundo dirigen los destinos del hombre, y esa Justicia, pida la palabra» (León Felipe).

*Cristina Castello, en «Playboy» México - Enero 2009

domingo, 23 de octubre de 2016

Vidéos de presentación de la exposición de pintura, "Colores", de la artista Miriam Papaleo- Cristina Castello

"Destellos", acrílico de Miriam Papaleo

La muestra (ver AQUÍ) se realizó en la HCD de la Nación, presidencia Dr. Enrique Monzó,
Dirección de Cultura: Andrea Barbieri.
Presentación:  Cristina Castello el 07/10/2016.

Vidéo 1

Vidéo 2.- 

Vidéo 3.-

Gracias André Chenet por los vidéos

jueves, 20 de octubre de 2016

Ni una PERSONA menos- Cristina Castello, no es NOTA sino FIJAR posición

Tomado del sitio FB de Lily Illich Eagney

(NO es una nota, que me requeriría más tiempo con toda la info que tengo; es toma de posición)

Muchos me preguntan por privado por qué no publiqué el afiche de "Ni Una Menos" y/o no hablé de eso.
Algunas de mis razones:
Subiré todos los afiches, mi total adhesión y toda la energía, cuando sea:
"Ni una PERSONA menos": mujeres, hombres, bebés, jubiladas torturadas, civiles, policías (de los buenos), maltratados, asesinados, agredidos.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando no se pretenda culpar a ningún gobierno DECENTE por todo esto.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando no se utilice el horror con fines políticos.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando se reconozca que el aumento del horror, se debe a la DEGRADACIÓN SOCIAL que venimos padeciendo desde hace 12 años... y desde los 75 años de peronismo, directo y/o a través de los golpes de Estado con los que contribuyó
Hay mucho  más para agregar, pero ya está.

Cristina Castello
19/10/2016, día de la manifestación por “Ni una menos”

martes, 28 de junio de 2016

Don Arturo (Illia): estadista y militante, por Federico Storani

Federico Storani, micrófono en mano; a su derecha, Arturo Illia
Hoy se cumplen 50 años del derrocamiento de Arturo Umberto Illia como Presidente de la Nación. Sobre él ya se ha escrito y dicho mucho y bien…aunque tarde. Se lo reconoce como un hombre austero que se dedicó a la política para servir, dotado de una honradez a toda prueba, virtudes estas que se destacan más cuando asistimos a una oprobiosa decadencia moral y cultural generada por el populismo y tolerada por una sociedad anestesiada e indolente.

Expresiones artísticas recientes, como la obra de teatro que lleva su nombre, conmovieron multitudes en ese reconocimiento. Yo quiero aportar humildemente mi experiencia personal con él.
Arturo Illia y Conrado Storani
Don Arturo me “subió” por primera vez a una tribuna y me alentó ante mi temor y nervios por tener que hablar en público. Balbuceé algunas desordenadas frases y cuando bajé de ese balcón que ofició de tribuna improvisada puso su mano en mi hombro y me alentó diciendo: “en toda tribuna radical siempre tiene que haber un joven que exprese al Partido” y luego condescendiente agregó: “estuvo muy bien”. Yo sabía que no, pero me lo decía Don Arturo. Desarrollé con él una estrechísima relación y nunca me tuteó, se dirigía a mí: “usted Fredi”. Me enseñó muchísimo y disfruté de sus conversaciones en las largas recorridas en automóvil por todo el territorio argentino. Me impactó una frase en medio de una conversación: “los Radicales tenemos algo de Anarquistas” deslizó con una leve sonrisa…cuánta razón tenía por el individualismo exacerbado que nos caracteriza.
Salir con él era no saber cuándo se regresaba. Tengo decenas de anécdotas, pero recuerdo especialmente una vez que habíamos asistido a un Congreso de la Juventud Radical en Chepes, al sur de La Rioja, y al regreso una inusual tormenta cortó la ruta por el caudal de agua que la atravesaba tornando imposible pasar en vehículo. Don Arturo divisó a unos doscientos metros de la ruta un pequeño rancho que era algo más que una tapera y determinado dijo: “vamos allá”. Desconfiado y entre ladridos de perros que se nos acercaban llegamos a esa casa modesta en medio de la nada. Un paisano bonachón enseguida reconoció a Don Arturo y nos invitó a pasar y con la generosidad que caracteriza a la gente humilde nos convidó cosas para comer y dispuso catres para dormir. Estuvimos allí ¡dos días! y creo haber vivido una de mis experiencias más fascinantes de militancia, donde aprendí mucho más que con la lectura de unos cuantos libros y la participación en interminables reuniones, viví esa experiencia…con un militante que ya había sido presidente de la nación y estadista destacado.
Podría contar otras anécdotas, lo iré haciendo. Ahora quiero sumarme al homenaje a ese hombre cabal y acompañar el mismo con 2 fotografías. En la primera se lo ve a Don Arturo con mi padre, Conrado, quien tuvo el honor de integrar su gobierno y también fue uno de mis Maestros. En la otra, algo más crecido, estoy hablando en un acto radical ante la atenta mirada de Don Arturo…el Militante…el Estadista.

28/06/2016

martes, 7 de junio de 2016

¡Digno día del PERIODISTA para los colegas dignos! - Cristina Castello

¡Digno día del PERIODISTA!

Para los colegas cancerberos de la sacralidad de la vida.
Para quienes hablan y/o escriben para construir y callan para no transmitir el vacío: la Nada.
Para quienes huyen de la hoguera de las vanidades
Para quienes prefieren el triunfo, al éxito.
Para quienes no se la creen.
Para quienes tiran semillas.
Para quienes saben de fraternidad
¡Feliz día del periodista queridos colegas!
Mi homenaje, con la permanente presencia en mi ser, de mi Maestro, Pablo Ponzano, un hito, un sello en mí para siempre.
De Ernesto Schóó, quien me abrió las puertas del periodismo de Buenos Aires años ha, cuando llegué, sin que yo pudiera siquiera creer tal distinción y tal privilegio. De Raúl Burzaco, y sus manos abiertas para dar, siempre.
Los amé, los amo tanto...
Con mi corazón, a los colegas dignos,
Cristina Castello 
07/06/2016